sábado, 2 de junio de 2012

Capítulo 17: Cortocircuito


Capítulo XVII
CORTOCIRCUITO
A pesar de las muchas advertencias y negaciones de Jack sobre la idea de quedarse en Nautigh, finalmente la mayoría del grupo estaba de acuerdo en pasar el día en la isla veraniega, a lo cual el mago no tuvo más remedio que aceptar. Así era la sociedad democrática, y tenía que cumplir igual que los demás. Por otro lado, lo compensaba el encuentro con su mayo ídolo Alejandro, al cual llevaba toda su vida queriendo encontrar algún día.
Jack deseaba que el mago legendario le enseñara algunas de las técnicas mágicas más poderosas, y pensaba decírselo hasta que oyó de él mismo que sólo iba a estar en Nautigh un día. Supo que en un par de horas no se aprende una nueva técnica, y sabiendo además que Alejandro iba a estar allí de descanso, tampoco podía hacerle semejante petición para arruinarle las mini vacaciones. De modo que se ahorró la pregunta y suspiró deprimido.
Alejandro les había animado a pasar el día en Nautigh, y los demás no dudaron en hacerle caso. Habían caminado mucho los días anteriores, y estaban cansados de tanto andar. Sabían que un día de descanso a la orilla del mar les sentaría bien, y se recuperarían para volver a seguir su camino al sur. Por supuesto, y tal y como les había dicho Jack, no le revelaron ningún secreto al mago famoso. No sabían en quién podían confiar y en quién no, y ante la duda mejor no decir nada a nadie de quiénes eran realmente los miembros del grupo.

Era aún de mañana, no había llegado el mediodía, así que con los nuevos planes en mente, tenían que organizarse el día. La idea principal era irse todos a la playa, tal y como había dicho Cristal. Sin embargo Jack no tenía ganas, y Alejandro le propuso que fuera a la fiesta del pueblo. Precisamente habían llegado en el momento adecuado, ya que durante los próximos siete días se celebraba la semana cultural de Nautigh, en honor al guardián que protegía la ciudad. Por ello muchos comerciantes aprovechaban la ocasión para instalarse en la isla y ofrecer sus productos a los turistas que visitaban la ciudad.
Al principio Jack no parecía muy convencido, pero el Alejandro logró convencerlo para que se animara a participar en el festival. Viendo que los demás querían ir a la playa, y que por lo tanto el mago iba a estar sólo, Marina decidió acompañarle para animarlo en la fiesta. Junto a ellos se unió también el capitán Mulock, quién también quería disfrutar de las fiestas típicas de la ciudad, y que pocas veces podía disfrutar de las mismas.

El pequeño Oliver se unió al grupo de playa, junto a Cristal, Rex, Erika y Eduardo. La princesa no tenía problemas con la vestimenta porque llevaba varios conjuntos de bikinis en su mochila. Oliver por su parte llevaba puesto el bañador de su casa, y Rex no necesitaba ninguna prenda para meterse en el mar. Sin embargo, Eduardo y Erika lo habían dejado todo en la Tierra, de modo que no tenían nada para ponerse. La chica con coletas no dudó en ofrecerle a su amiga uno de los bikinis que tenía en su mochila, a lo que Erika agradeció y aceptó el gesto. Luego miró a Eduardo y le dijo con burla:
- ¿Qué? ¿Tú también quieres un bikini?
- ¡No digas tonterías!- exclamó el joven- ¡Bastante hice ya disfrazándome de chica en Mugget…no pienso ponerme un bikini!
- ¡Pero si estabas guapa con aquel vestido rojo!- rió Erika- ¡parecía hecho a tu medida!
Los demás soltaron carcajadas y comenzaron a reírse, mientras Eduardo se ponía colorado de vergüenza. Enseguida exclamó:
- ¡Vale ya…un poco de compasión, por favor!
- ¡Está bien, está bien…!- dijo Cristal, tratando de parar de reír- Veamos…habrá que ir a comprar un bañador para ti…no creo que sea muy caro.
- Pero andamos mal de dinero…- dijo Eduardo registrando sus bolsillos sin resultado- no tenemos ni un solo platin.
- ¡Bah, tranquilo! que de eso me encargo yo…- sonrió la princesa, que luego señaló con la vista- mirad a ese.
Justo en ese momento pasó por detrás del grupo un hombre, que se alejó de ellos sin girarse. Aparentemente no había pasado nada, y nadie parecía notar cambio alguno hasta que la chica con coletas les mostró a los demás una nueva cartera en su mano, con una sonrisa pícara. Perplejos y con la boca abierta, el pequeño dijo:
- ¡¡Guau, qué pasada!!- exclamó Oliver sin creérselo- ¿¡Cómo lo has hecho!? ¡Ni siquiera Miko sería capaz de algo así! Él también se dedica a robar cosas, pero se puede ver cómo lo hace… ¡en cambio, tú pareces una sombra!
- A esto se le llama talento y esfuerzo, pequeño- sonreía la princesa- y bueno… ¿dónde queda la tienda de ropa más cercana?
- Cris… ¡digo, Filipondia!- dijo Eduardo rápidamente- ¡nos prometiste que no volverías a hacer eso!
- Pero es por una buena causa…- argumentó la chica con coletas- ¿cómo si no te comprarías un bañador? ¡Piénsalo bien!
En ese momento se acercó a Eduardo y le advirtió en voz baja y sin rodeos:
- Por cierto… como vuelvas a llamarme por ese nombre, te retorceré el pescuezo de tal manera que desearas no haber nacido, ¿entendido?
- ¡Entendido, entendido!- dijo el chico tragando saliva, tratando de calmarla- recuerda que hay que mantener tu identidad en secreto, y Jack ya te puso ese nombre… ¿qué quieres que haga?
- No pronunciarlo, por ejemplo…- le dijo amenazante Cristal- ya ajustaré las cuentas con Jack cuando tenga la ocasión, pero mientras tanto intenta no llamarme por ese pijo y asqueroso nombre cursi.
En ese momento una voz los llamó un poco más lejos:
- ¡Vamos, Eduardo y Filipondia, no os quedéis atrás!- dijo Oliver alegremente- ¡yo conozco una tienda de ropa por aquí cerca…seguidme!
Ambos corrieron a reunirse de nuevo con el grupo camino a la tienda, mientras Eduardo podía ver claramente rechinar los dientes a Cristal. Aunque tratara de disimularlo, la chica con coletas sentía una gran furia interior. Intentaba no acercarse demasiado a ella para no sufrir su rabia. Desde luego, Jack le había elegido un buen nombre para fastidiarla, seguramente por la jugarreta que les había hecho ella el día anterior con la maratón senderista.

En otro lado de la ciudad, el grupo del festival se encontraba sentado en sillas alrededor de una mesa, observando la plaza principal de Nautigh. Mucha gente bailaba al ritmo de la música, y algunos niños pequeños iban disfrazados de una especie de pájaro con muchas plumas de diferentes tonos amarillos, que corrían alegremente de un lado a otro por toda la plaza. Habían muchísimos globos y confetis por doquier, casi prácticamente todo el lugar estaba lleno de decorado alegre y festivo.
Al levantar la vista hacia el paisaje superior de la ciudad, Jack pudo comprobar una gigantesca estatua que coronaba la cima de la montaña más alta de Nautigh. La escultura de piedra se asemejaba a un grandioso pájaro, con las enormes alas extendidas a ambos lados mientras levantaba majestuosamente la mirada al cielo. Ese monumento llamaba mucho la atención, pues podía verse desde prácticamente cualquier lugar de la isla:
- Una pregunta, Mulock…- dijo Jack al capitán- llevo con la duda desde que llegamos a la ciudad… ¿qué representa aquella estatua que se divisa en lo alto de la montaña?
- ¿Ah, eso? Se trata ni más ni menos que el guardián de Nautigh, más conocido como Quetzal- explicó Mulock- la majestuosa ave que encierra el alma de la ciudad. Las leyendas del pueblo dicen que posee el poder del rayo, y que con sus descargas eléctricas protege a los habitantes de la isla.
Jack y Marina observaban al capitán asombrados por la leyenda de Quetzal. En ese momento ambos magos supieron que se trataba del G.F Quetzal, uno de los guardianes de la fuerza que andaban buscando para su misión. Sin embargo, no podían contarle lo que sabían a Mulock, ya que no estaban seguros de si era de fiar o no. Por otro lado, la mayoría de la gente de Limaria desconocía de la existencia de los G.F y de su increíble poder. Continuaron escuchando a Mulock con atención:
- Naturalmente, son sólo cuentos de viejas…- sonrió el capitán- nadie nunca ha visto a Quetzal, ni mucho menos confirmado si de verdad existe o no. A pesar de eso, a la gente le anima saber que hay un poderoso ser protegiendo la isla. Les da confianza. Además de las playas, es una de las principales razones por las que vienen muchos turistas a este lugar. La leyenda que envuelve al pájaro legendario en misterio atrae a muchos curiosos, y de ahí que el principal motor que impulsa Nautigh sea el turismo.
- Vaya, es muy interesante, Mulock- dijo Marina, asombrada- ¿y cree usted que algún día podría verlo? Quiero decir… ¿le gustaría ver a Quetzal?
- ¡Por supuesto que sí!- sonrió el hombre- ¡ese pájaro simboliza nuestra ciudad! Pensaréis que estoy loco, pero aunque sea un mito… yo creo que existe de verdad.
- No estás loco, yo también pienso lo mismo- sonrió Marina- si tiene que haber de todo en este mundo… ¿por qué no también fantásticos seres mágicos?
- ¿Tu qué opinas de todo esto, Alejandro?- le preguntó Jack con curiosidad.
El mago famoso tardó un poco antes de responder. Parecía pensativo:
- He viajado por todo el mundo, y desde luego conozco la gran mayoría de mitos y leyendas que envuelven a Limaria. Gracias a mis viajes me sé muchos de los conocimientos culturales, económicos, históricos y sociales del planeta, y he desarrollado una gran capacidad en el uso de las técnicas mágicas en el combate. Sin embargo, todavía quedan cosas que aún desconcozco…una de ellas son este tipo de leyendas, relacionadas con seres fantásticos como Quetzal.
Los demás atendían a las palabras de Alejandro, sorprendidos:
- A pesar de lo que digan muchos, yo personalmente sí creo que existen- sonrió el mago famoso- estoy seguro de que, tarde o temprano, aparecerán ante nuestros ojos. Entonces dejarán de ser mitos, y la gente los reconocerá como seres reales…sólo hay que creer, estoy seguro…- luego bajó la cabeza llevándose la mano a la nuca y añadiendo con una sonrisa vergonzosa-…ahora soy yo el loco, ¿verdad?
El resto de los presentes en la mesa soltó una carcajada, y todos empezaron a reír. En ese momento, la música comenzó a sonar más fuerte y alto que antes. El ritmo pegadizo invadió al capitán Mulock, que no pudo evitar levantarse diciendo:
- ¡Tengo ganas de mover el esqueleto…y necesito una pareja de baile!
Cogió de la mano a Marina y la levantó de la silla, mientras la maga se ponía colorada:
- ¡Espere capitán!- exclamó nerviosa- ¡no sé bailar!
- ¡Tú sígueme, que yo te guio!- la animó Mulock.
De esa forma, Marina no tuvo más opción que salir a la plaza junto con el resto de gente que bailaba en ella. A pesar de no saber ejecutar bien los pasos de baile, Mulock la guiaba tratando de que no se perdiera. Aún con un poco de vergüenza, la maga intentaba hacer todos los movimientos lo más perfectos posible para no quedarse atrás.
Entre tanto, Jack y Alejandro observaban bailar a la pareja en medio de la plaza. El mago famoso, tras ver suspirar a Jack, sonrío cálidamente y le dijo:
- Es una buena chica, deberías decírselo…
- ¿A qué te refieres?- preguntó Jack, tratando de disimular.
Alejandro rió por lo bajo y volvió a hablar:
- No soy tonto…conozco de sobra estos casos, y cuando te veo mirarla sé lo que sientes por ella.
El mago supo que ya de nada servía ocultar sus sentimientos. Tardó un poco antes de responder:
- Dudo mucho que haya algo más que amistad entre nosotros…Marina sólo me ve como a un amigo.
- Eso nunca lo sabrás si no lo intentas…- sonrió el otro- ¿por qué no haces la prueba y sales de dudas?
Alejandro se levantó de su silla e hizo gestos a otra chica joven para que se acercara. Al verla aproximarse a ellos, Jack se puso nervioso y exclamó perplejo:
- ¿¡Alejandro, pero qué haces!? ¡No, no quiero!
- Saca a este apuesto mago a la pista, guapa- le dijo Alejandro señalando a su compañero de mesa- está esperando que alguien lo saque a bailar.
La chica asintió con la cabeza sonriendo y el pobre Jack no tuvo tiempo de reaccionar. Enseguida se vio forzado a salir a la plaza agarrado del brazo por la invitada. Volvió la vista atrás mientras Alejandro le decía:
- ¡Diviértete, Jack!

El mago se ponía nervioso bailando con aquella chica, y deseaba que aquel numerito de baile acabara cuanto antes. No entendía el por qué Alejandro lo había obligado a salir a bailar con aquella chica, pero cuando terminara le iba a decir un par de cosas. No se sentía a gusto en aquellos momentos, estando con una desconocida. Quería irse, salir de allí para volver a estar tranquilo alejado del ambiente festivo y disparatado de la plaza central de Nautigh.
En un momento dado del baile, de repente tocó el cambio de parejas, y el mago se vio sólo en medio de la plaza. Cuando todos se reencontraron con su nueva pareja, Jack recibió repentinamente un empujón por detrás y acabó chocando de frente con otra nueva persona. Se sorprendió al comprobar que se trataba de Marina, y ella también parecía sorprendida al ver que su amigo estaba allí.
Ambos se dieron cuenta de que eran los únicos en la plaza sin pareja, y supieron que los dos tenían que bailar. Jack miró fuera del grupo de baile a Alejandro, que sonreía cálidamente mientras veía a los dos magos juntos. Fue entonces cuando Jack supo las intenciones de famoso hechicero, que le había dado el empujón que necesitaba para dar el primer paso.
Jack y Marina se miraron a los ojos, perplejos. Al cabo de unos segundos de silencio, ambos sonrieron y empezaron a bailar alegremente al ritmo de la música, igual que el resto de parejas. A diferencia de la situación anterior, los dos se sentían más cómodos y seguros con esa persona que con ninguna otra desconocida. Felices y sin querer pensar en otra cosa, ambos bailaron con alegría en el centro de la plaza festiva de Nautigh.

Mientras tanto, en otro lado de la isla, el grupo de playa se encontraba disfrutando a la orilla del mar del agua salada del mar de Limaria. Cristal lucía su bikini naranja, y Erika otro rosa. Las dos nadaban en el agua acompañadas de Oliver, que se salpicaban agua mientras reían. En la arena, tomando el sol, estaban Rex y Eduardo observando la escena. Con el dinero robado de Cristal, el joven se había comprado un bañador rojo para ponerse aquel día de vacaciones:
- Ahora no puedo hablar como antes- se quejaba Rex frunciendo el ceño- sólo me limito a ladrar, como un perro normal y corriente.
- Recuerda que no debemos llamar la atención, en el mundo normal los perros no hablan- dijo Eduardo- ¿Qué crees que pasaría si alguien te oye decir una palabra? ¡Eso está fuera de las leyes de la naturaleza!
- Pues los Kengo hemos roto esas leyes- argumentó el can- No entiendo qué tiene de malo que los animales podamos expresarnos…somos seres vivos igual que los demás.
- Piensa que sólo será por un día, hasta entonces tan sólo intenta ladrar.
- Está bien, lo intentaré- aceptó Rex.
En ese momento Oliver los llamó desde la orilla a ambos gritando:
- ¡Eduardo, Rex…venid al agua!- exclamó el niño- ¡Se está muy bien aquí!
Los gestos de las chicas también indicándoles que fueran al mar los animó. El joven se levantó diciendo a su compañero:
- ¿Una carrera hasta la orilla?
- Me parece bien- sonrió el can- ¡adelante!
El chico y el perro comenzaron a correr por la arena directos al agua, pero Eduardo se fue quedando atrás y Rex acabó ganando la carrera, por mayor rapidez. Sin dudarlo un instante, ambos se lanzaron al mar y se dieron un chapuzón entre las olas.
Al sacar la cabeza del agua, el chico vio a los demás felicitando al ganador:
- ¡Bien hecho, Rex!- dijo Erika acariciando al animal.
- ¡Qué lento eres, Eduardo!- se burló Cristal- ¡hasta una tortuga es más rápida que tú!
- ¡Mira quién fue a hablar!- rió el joven pícaramente- ¡al menos yo no ando robando carteras como un ladrón…Filipondia!
- ¡Serás…!- exclamó la princesa, furiosa- ¡Ahora verás!
En ese momento comenzó una batalla campal de agua, y todos empezaron a salpicarse y echarse agua unos a otros, mientras reían alegres y contentos. Desde luego, necesitaban aquellas mini vacaciones, que les relajaban y preparaban para continuar el largo viaje que les quedaba.

Ajenos a lo que les esperaba, el misterioso miembro de la organización Muerte se disponía a ejecutar su plan contra la ciudad de Nautigh. Ya tenía listo los últimos preparativos para lo que se proponía, y tan sólo le quedaba usar un poco de electricidad:
- Y ahora…que empiece la fiesta- sonrió maléficamente.
Alzó sus brazos al cielo y con sus manos extendidas, por las cuales surgieron chispas y descargas eléctricas que comenzaron a acumular energía. Cuando tuvo la suficiente para llevar a cabo su plan, ésta explotó en varias direcciones, siguiendo los cables de alta tensión que conectaban toda la isla.

De repente, y sin previo aviso ni señal, se produjo una gran explosión en un lado de Nautigh, que hizo temblar toda la isla por unos segundos. Seguidamente las farolas y luces de las calles comenzaron a brillar intermitentemente antes de explotar también junto con el resto de las antenas y los aparatos electrónicos.
Fue entonces cuando cundió el pánico y el terror entre los habitantes de Nautigh, que desesperados por huir, corrieron directos a la salida de la ciudad.
El festival se suspendió, y la gente que allí había ya no bailaba ni celebraba nada. En cuestión de segundos la alegría y la felicidad del lugar desaparecieron para dejar paso al miedo y al horror, reflejados en los rostros de los aldeanos de Nautigh, que gritaban despavoridos corriendo y buscando la salvación.
En medio de toda aquella confusión, Jack y Marina corrieron para alejarse de la muchedumbre asustada, antes de que salieran heridos entre los empujones. Cuando se hubieron refugiado en las mesas a salvo, Jack preguntó perplejo y confuso:
- ¿¡Qué es lo que está ocurriendo!? ¿¡Eso ha sido…un terremoto!?
- ¡Jack, tengo miedo!- le dijo Marina a su lado- ¿¡Qué es lo que pasa!?
En ese momento llegaron junto a ellos Alejandro y Mulock, también sorprendidos por los últimos acontecimientos:
- ¿¡Estáis todos bien!?- preguntó Alejandro, preocupado- ¿¡hay algún herido!?
- ¡Todos estamos bien!- respondió el mago- ¿¡Qué ha sido eso!?
- No estoy seguro…- respondió Mulock- por aquí no suelen haber terremotos…y a juzgar por las sobrecargas de electricidad…sólo se me ocurre una posibilidad…
- ¡Díganos!- respondió Marina, preocupada- ¿¡Qué es lo que ha pasado!?

Mientras tanto en la playa, los veraniegos también habían notado la gran explosión y el temblor de la isla. Aterrados y horrorizados, corrieron despavoridos fuera de la playa, sin recoger sus cosas. El grupo del mar salió rápidamente del agua y fueron a la arena:
- ¿¡Pero qué ocurre!?- exclamó Eduardo, perplejo- ¿!qué es lo que ha pasado!?
- ¡No tengo ni idea, pero debe de ser muy fuerte!- dijo Cristal, horrorizada- ¡esa explosión ha sonado por toda la isla!
- ¡Tengo mucho miedo!- decía Oliver aferrado a Erika, y a punto de llorar.
- ¡Chicos, esto no es normal!- comentó la joven- ¡Debemos volver con…!
En ese momento se produjo otra gran explosión y el grupo cayó sobre la arena, debido a un nuevo temblor de tierra que sacudió Nautigh. Cuando paró el temblor, volvieron a levantarse:
- ¿¡Pero a qué se deben estos terremotos!?- exclamó Cristal, enfurecida- ¡¡Qué alguien me lo explique!!
- ¡¡Mirad!!- señaló Erika en el cielo, perpleja- ¿¡qué es eso!?
Los demás dirigieron sus miradas arriba, tal y como indicó la joven. Sorprendidos, contemplaron con la boca abierta cómo un visible gran rayo surgía de la montaña más alta de Nautigh y caía directo hacia la costa. El rayo chocó con un gigantesco trasatlántico atracado en el puerto, el cual voló por los aires en una colosal explosión, y cayó de lado en el mar. La onda expansiva y la caída en el agua del enorme buque provoco una gran ola gigante que se dirigía a toda velocidad hacia ellos:
- ¡¡Corred!!- gritó Cristal, horrorizada ante el tsunami.
El grupo de playa recogió sus cosas de la arena y corrieron rápidamente como nunca antes lo habían hecho. Si les atrapaba aquella ola gigante, no vivirían para contarlo.
En cierto momento del camino, el niño tropezó y cayó sobre la arena, soltando la mano de la chica. Erika volvió la vista atrás y, perpleja por el peligro que corría, exclamó:
- ¡¡Oliver!!
- ¡¡Ayudadme, por favor!!- lloraba el pequeño.
La joven dio media vuelta y cargó con el niño a sus espaldas. Siguió su camino y corrió todo lo rápido que pudo hasta alcanzar el final de la playa, mientras sus amigos la animaban desde los límites de la costa. Cuando parecía que el tsunami se les venía encima, todos lograron finalmente llegar al lugar seguro impulsados por la cresta de la ola, que acabaron rodando por el suelo.
Completamente empadados y escupiendo agua salada, todos se levantaron. Había pasado el peligro y se habían salvado por muy poco. Aún tosiendo, Eduardo preguntó en voz alta:
- ¿¡Estáis todos bien!?
- ¡Sí!- dijo Cristal, también tosiendo- ¡Casi la palmamos!
- Gracias, Erika…- sonrió Oliver- de no ser por ti, ahora estaría muerto.
La joven le sonrió a su vez, y luego levantó la vista a la playa de Nautigh. Horrorizada y perpleja, ahogó un grito al ver que la costa había sido destruida por la ola a su paso, y los demás también se dieron cuenta de ello.
- ¿Quién…ha podido hacer algo así?- preguntó el chico, sin palabras.
- No lo sé…pero venía de la montaña más alta- comentó Cristal alzando su mirada arriba- lo que sea que haya lanzado ese rayo debe de ser muy fuerte, porque ha hecho explotar un enorme barco.
Erika observó al pequeño y luego volvió la vista al resto de sus compañeros:
- Este lugar es demasiado peligroso…- dijo con la mirada firme- de momento será mejor que volvamos con Jack y los demás, puede que ellos sepan qué es lo que está ocurriendo…y lo que es más importante, comprobar que están bien.
Cristal, Rex y Eduardo asintieron con la cabeza, decididos. Todos fueron a cambiarse de ropa y rápidamente corrieron rumbo a la plaza superior de la ciudad. El joven deseaba que sus amigos estuvieran a salvo del nuevo peligro que se avecinaba, y tenía un mal presentimiento. Una poderosa fuerza parecía provenir de la cima de la montaña, y sabía que Nautigh estaba en peligro.

- ¿¡Qué es lo que ha pasado!?- repitió Marina, confusa.
- Estoy seguro de que esas explosiones provienen de la central de energía…- dijo Mulock, preocupado- no se me ocurre otra posibilidad.
- ¿¡Qué!?- preguntó Jack, perplejo- ¿¡la central de energía!?
- Es la que abastece de electricidad a toda la isla…- explicó el capitán- lo más probable es que sufriera una sobrecarga de electricidad…de lo contrario, no reaccionaría de tal forma…
- ¿¡Quiere decir… un cortocircuito!?
- Así es- asintió Mulock- lo que no entiendo es qué lo ha podido ocasionar…
En ese momento se produjo otra explosión que sacudió la ciudad de Nautigh, y el grupo de la plaza cayó al suelo perdiendo el equilibrio. Contemplaron horrorizados cómo un balcón de vistas de la ciudad se desprendió de su sitio y cayó cerca de la costa destrozando varias casas a su alrededor. Tras varios segundos de temblor, se levantaron al volver el lugar a la normalidad:
- ¿¡Y a qué se deben estos terremotos!?- preguntó Alejandro, confuso.
- La central de energía se compone de siete generadores que rodean toda la isla, fuertemente atadas a la tierra…seguramente estas explosiones significan la destrucción de cada generador… ¡y ya van tres!
- ¿¡Qué ocurrirá si se destruyen todos los generadores!?
- ¡¡La isla entera explotará y volará por los aires!!
Los tres magos palidecieron al oír aquello. La situación era más grave de lo que imaginaban, y sus vidas estaban en juego al igual que la de los ciudadanos de la ciudad:
- ¿¡Qué!? ¿¡Y cómo sabe eso!?- preguntó Marina, horrorizada.
- ¡¡Porque yo fui uno de los ingenieros que construyó la red de electricidad de Nautigh!!- exclamó Mulock- ¡¡Tenemos que salir de esta isla inmediatamente si no queremos morir todos!!


El grupo de playa corría por las calles de Nautigh, esquivando a la gente desesperada que corría a gritos tratando de salvarse. Muchos caían al suelo debido a los empujones de las personas. En aquellos momentos reinaba el caos y el horror, y a duras penas podían avanzar debido a los continuos obstáculos humanos que encontraban en su camino e impedían su marcha. En muchas ocasiones casi estuvieron a punto de perderse entre la multitud, y extremaban la precaución para no separarse unos de otros:
- ¡Oliver, no te separes de mí!- dijo Erika al pequeño.
- ¡Entendido…!- sollozaba el niño agarrando fuertemente la mano de la chica, y completamente asustado.
- ¿¡A dónde va toda esta gente!?- preguntó Cristal, asombrada.
- ¡Seguramente se dirigen a la salida!- aprovechó Rex para comentar, que entre el ruido y la confusión nadie oyó su voz- ¡quieren salir de la ciudad lo antes posible!
En ese momento oyeron gritar a un aldeano de Nautigh:
- ¡¡Los puentes han sido destruidos, no podemos salir de la isla!!- exclamó horrorizado- ¡¡estamos atrapados!!
El grupo oyó perplejo sus palabras. Sin saber qué es lo que estaba ocurriendo, comenzaron a asustarse de verdad, junto al resto de la gente. Se quedaron parados y mudos de la sorpresa hasta que Eduardo movió rápidamente la cabeza a ambos lados y les dijo a sus amigos:
- ¡¡Vamos, tenemos que encontrar a Jack y los demás!!
El resto del grupo asintió con la cabeza y continuaron su camino subiendo por las calles abarrotadas de gente. No sabían qué es lo que pasaba, pero de lo que sí estaban seguros es que todos estaban en peligro. Tenían que reunirse con sus compañeros lo antes posible antes de fuera demasiado tarde.

Los rumores se habían extendido por toda la ciudad de Nautigh, y el grupo de la plaza no era menos. Horrorizados por la noticia, Marina exclamó preocupada:
- ¿¡Qué no podemos huir de la isla!? ¿¡Y qué podemos hacer!?
- En esta situación, sólo tenemos dos opciones…- dijo Mulock seriamente- ¡o salir de este lugar en barco…o detener el avance del cortocircuito antes de que destruya todos los generadores!
- ¿¡Pero cómo se puede hacer eso!?- preguntó Alejandro.
- Hay que absorber la electricidad, o cambiar el rumbo de la corriente… ¡es la única forma!- afirmó el capitán.
A los pocos pasos de dar para correr, Mulock recibió una repentina descarga eléctrica, que lo hirió e inmovilizó cayendo al suelo. Los demás, horrorizados por el ataque sorpresa, dijeron a la vez:
- ¡¡Mulock!!- exclamaron los tres magos.
En ese momento una risa malévola se oyó por toda la plaza, que sorprendió al grupo. Mientras Alejandro se agachaba junto al capitán para sanarlo con una magia curativa, Marina y Jack volvieron la vista en todas direcciones buscando al causante del ataque:
- ¿¡Quién eres!?- preguntó Jack a su alrededor- ¡¡sal y da la cara!!
Frente a ellos, un poco más lejos, surgió un agujero de oscuridad. De él salió un nuevo individuo encapuchado y vestido de negro, al que Jack y Marina reconocieron enseguida por su manto oscuro:
- ¡¡Es de la organización Muerte!!
- ¿¡Qué!?- exclamó Alejandro mirando al nuevo enemigo- ¿¡La organización Muerte!?
- ¡Son unos tipos que intentan destruir el mundo para sus propios fines!- explicó Jack- ¡con ellos no se juega…van muy en serio!
El encapuchado se quitó el manto que cubría su cabeza y dejó su rostro al descubierto. Para sorpresa de los dos magos, no se trataba ni de Magno ni de Helio, sino de otro nuevo miembro de la organización. Aquel tipo tenía el pelo rubio y los ojos amarillos, era muy diferente al rojo de Magno o al azul de Helio:
- Veo que sobran las explicaciones…- sonrió el nuevo enemigo- entonces ya sólo me queda pasar a la acción.
- ¿¡Quién eres!?- preguntó Marina- ¿¡Tú eres el responsable de todo esto!?
- Así es…- afirmó el desconocido sonriendo maléficamente- yo y sólo yo soy el que ha llevado Nautigh al caos y al horror…y muy pronto este lugar será historia…como vais a morir todos, por esta vez haré una excepción y revelaré mi nombre…- y tras unos segundos de incertidumbre, el tipo de negro pronunció mientras sus manos desprendían descargas eléctricas-…me llamo Lectro, más conocido como el hombre rayo.
Jack y Marina se pusieron en guardia con sus armas mientras el enemigo decía:
- Imaginaba que habría algún listillo en esta ciudad que tendría la absurda idea de salvar a toda esa gente…y por eso me presento aquí, para asegurarme de que no hayan obstáculos que frenen la destrucción de Nautigh y la muerte de miles de personas.

Alejandro ya había terminado de curar a Mulock, y éste se levantaba un poco malherido:
- ¿Qué ha…pasado?- preguntó el hombre, aún mareado.
Al ver al tipo de negro, Mulock se sorprendió y exclamó perplejo:
- ¿¡Pero qué…!? ¿Quién es ese!? ¿¡Cómo es que…le saltan chispas de sus manos!?
- Capitán, váyase de aquí…- le dijo Alejandro seriamente mientras él también se levantaba-…reúna a los ciudadanos y diríjanse todos a la costa…este lugar es demasiado peligroso…
- ¿¡Qué!? ¿¡Y dejaros solos!?- preguntó Mulock- ¡Ni hablar!
- ¡¡Capitán, por favor, váyase ahora mismo!!- le ordenó el mago famoso sin rodeos- ¡¡usted es el único que puede salvar a toda esa gente…súbalos a un trasatlántico y aléjese lo más rápido que pueda de esta isla!! ¡¡Piense en ellos…piense en su hijo Oliver!!
Al cabo de unos segundos, Mulock comprendió la gravedad de la situación, y no tuvo más remedio que aceptar la orden de Alejandro. Sólo ellos podían librar aquella batalla, y sabía que ni él mismo podría ayudarles:
- ¡¡De acuerdo, Alejandro!!- asintió el capitán- ¡¡le prometo que salvaré a los habitantes de Nautigh…!!- y luego añadió- ¡¡mucha suerte…a todos!!
En ese momento Mulock corrió para alejarse de la plaza, y Lectro se mostró frustrado ante su huida. Con rapidez estiró su brazo en dirección al capitán, y de él lanzó una potente descarga eléctrica:
- ¡¡Ni lo sueñes!!- exclamó Lectro- ¡¡no permitiré que escapes!!
Entre la descarga y Mulock se interpuso una barrera mágica, creada por Alejandro, y que detuvo el ataque. Para sorpresa de Jack y Marina, que se quedaron perplejos ante la rapidez del conjuro del gran mago, éste amenazó a su enemigo diciendo:
- Olvídate de él…- dijo seriamente Alejandro- ¡esto es entre nosotros…!

- Así que tú eres el famoso mago del que todo el mundo habla…- sonrió Lectro- vaya, nunca pensé que tendría el gran honor de enfrentarme a una leyenda de la magia como tú…esto va a ser muy interesante…
- No sé quien sois ni que pretendéis vosotros, los de la organización Muerte…- dijo Alejandro seriamente-… ¡pero no pienso quedarme de brazos cruzados viendo cómo acabáis con el mundo y con miles de vidas inocentes!
El hombre de negro rió a grandes carcajadas burlonas, y luego comentó:
- Es inútil…ni siquiera alguien como tú es capaz de detenernos…cualquier esfuerzo es en vano, Limaria está condenada a desaparecer y nada ni nadie podrá impedir que eso se cumpla…
- Eso ya lo veremos- sonrió el mago legendario.
En ese momento comenzó el combate entre ambos. Alejandro conjuró un ataque mágico de elemento aire, del que invocó un gran tornado directo al hombre de negro. Lectro logró esquivarlo por los pelos mientras tras él el tornado destruía varias casas a su paso.
Sonrió satisfecho hasta que de repente su rostro palideció al ver al mago con la capa al viento a su lado, por detrás de él. No había notado su presencia y la rapidez con la que se movía era increíble:
- ¡¡Serás…!!- exclamó Lectro, perplejo mientras daba media vuelta.
Alejandro conjuró rápidamente otro hechizo mágico de fuego, que colisionó con el cuerpo del hombre de negro y lo lanzó a gran velocidad hasta estrellarse contra la pared de otra casa.

Todo había sucedido muy rápido, los movimientos de Alejandro dejaron con la boca abierta a Jack y Marina, que no podían creer lo que veían. El mago legendario se movía de una forma asombrosa e increíblemente rápida. Sin mancharse siquiera ni sufrir ningún rasguño, había atacado sin problema al enemigo. Aparentemente se le veía tranquilo y sereno, como si aquello fuera un juego de niños.
Marina contemplaba asombrada todo lo que ocurría. Podía ver claramente que el aura mágica de Alejandro era con creces muchísimo mayor que la de Jack y de ella. Y para su sorpresa, Lectro también estaba igualado al del mago legendario. Le pareció muy raro, pues en aquellos momentos Alejandro le ganaba con diferencia, y el enemigo no parecía mostrar grandes signos de poder mágico. A aquel paso Alejandro le vencería sin muchos problemas.

Todos sabían que Lectro aún no había muerto. Éste se desprendió de la pared aparentemente herido, con su traje negro destrozado y escupiendo sangre por la boca. Miró a su oponente con indiferencia, y una sonrisa malévola se dibujó en su rostro mientras reía a carcajadas. No parecía preocupado por sus heridas:
- Admirable…sin duda eres tú…la leyenda viva de Limaria…
- Admite tu derrota y detén ahora mismo esta locura- le ordenó Alejandro- o me veré obligado a acabar con tu miserable vida.
Lectro bajó su cabeza, sin parar de reír. Los demás no dejaban de preguntarse por qué parecía tan contento el enemigo cuando se veía claramente que estaba en desventaja:
- ¿Qué te hace tanta gracia?- preguntó el mago legendario.
- Seré recordado…como el único…- en ese momento estiró sus brazos directos hacia él- ¡¡…que acabó con la leyenda!!
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos, perplejos.
En ese momento las farolas de la plaza, que aún no habían estallado, lo hicieron en aquel instante. Las altas descargas de todas fueron directas al mago famoso, que gritó de dolor y agonía mientras miles de voltios recorrían todo su cuerpo sin piedad:
- ¡¡Alejandro!!- gritaron Jack y Marina, horrorizados.
Aprovechando la inmovilización de su oponente, Lectro corrió rápidamente hasta él y le propinó varios golpes con los puños y las piernas echando chispas eléctricas. El mago resultó gravemente herido cuando Lectro le asestó una nueva descarga que lo lanzó y destrozó la pared de otra nueva casa, brotando sangre por todo su cuerpo.
Lectro sonrió diciendo:
- No eres más que una farsa, otra leyenda urbana…- luego se acercó unos pasos hacia él mientras con gestos de sus manos creaba unas barreras de descargas eléctricas-…probablemente eres el más peligroso de los tres, por eso…para asegurarme de que no me incordies más…te encerraré en una jaula mágica, y dejaré que seas testigo de la destrucción de Nautigh y de la muerte de esos dos…- dijo señalando a Marina y Jack.
Las barreras de electricidad apresaron a Alejandro, y éste se encontraba demasiado débil como para oponerse a ellas. Se llevó la mano al pecho y agarró un objeto esférico que llevaba colgando del cuello. Respirando entrecortadamente, éste objeto comenzó a brillar, pero enseguida lo detuvo:
“No puedo…usarlo ahora…”- pensó Alejandro- “…es demasiado peligroso…de utilizarlo…podríamos morir todos…”
La esfera que llevaba el mago legendario dejó de brillar. Por alguna razón, Alejandro prefirió no usar el poder que encerraba aquel objeto. Levantó la vista volviendo al combate. Encerrado en aquella poderosa jaula de electricidad no podía hacer nada para ayudar a Jack y Marina. La única forma de liberarse era venciendo al que la creó. En aquella ocasión, Lectro se enfrentaría a los dos magos. Ahora todo dependía de Marina y Jack.

El hombre de negro, al ver ponerse en guardia a los dos magos, dijo sonriente:
- ¿Qué pasa? ¿Pensáis quedaros ahí parados sin hacer nada?- preguntó el enemigo- ¡pues vaya forma de proteger el mundo!
Ambos miraban perplejos el resultado del combate entre Lectro y Alejandro. El hombre de negro había conseguido derrotar al mago legendario. En aquellos momentos, a pesar de que su enemigo parecía estar gravemente herido, Marina podía percibir una enorme cantidad de aura mágica proveniente del cuerpo de Lectro, tanta como la de Alejandro. Si había conseguido vencer al mago más poderoso de Limaria, ellos no tenían ninguna posibilidad de ganar:
- ¿A qué esperáis?- volvió a repetir Lectro al ver alejarse unos pasos a ambos- ¡vamos, venid a atacarme!
Jack finalmente no lo dudó más, y agarró con fuerza su bastón mágico. Marina lo siguió y también se dispuso a atacar:
- ¡¡Ahora verás!!- exclamó con furia Jack- ¡¡toma esta!!
El mago conjuró un hechizo mágico y de su arma salieron disparados varios témpanos de hielo directos al enemigo. Marina por su parte, lanzó una gran bola de fuego que, combinado con el hielo, se convirtió en una técnica letal.
Sorprendidos por lo que sucedió, Lectro esquivó con facilidad el ataque de ambos, que produjo una explosión, y luego corrió rápidamente hasta encontrarse frente sus oponentes. Los magos contemplaron horrorizados cómo el hombre de negro se situó entre ellos, y antes de que pudieran reaccionar, les asestó una potente descarga eléctrica que los lanzó un poco más lejos rodando por el suelo a los dos.

Marina lograba levantarse a duras penas, pero Jack ni siquiera podía apoyar sus brazos para hacerlo. Había resultado más herido que su compañera, y sus extremidades no le respondían. Aún podía sentir los calambres eléctricos corriendo por todo su cuerpo, que le impedían moverse totalmente:
- ¡¡Jack!!- gritó Marina.
- ¿Y esto es todo lo que sabéis hacer?- dijo Lectro indignado y decepcionado- con el otro al menos me divertí algo, pero es que vosotros ni siquiera aguantáis un asalto… vaya par de magos más patéticos…- luego añadió con una sonrisa malévola- A ver… ¿quién quiere morir primero?
Lectro los miró a ambos y finalmente se decidió por Jack, que se encontraba más débil. Comenzó a caminar hacia él con sus manos soltando chispas eléctricas cortantes. Marina y Alejandro se quedaron perplejos. El mago legendario estaba encerrado en la jaula, y Marina temblaba como una hoja ante el poder de su enemigo:
- Te mataré a ti primero, por osar atacarme.
Jack no podía moverse, sus brazos y piernas estaban paralizados y no le respondían. Marina se maldecía a sí misma por ser tan débil y no poder ayudar a su amigo. Su aura mágica era insignificante comparada con la de Lectro, y aún no estaba del todo adiestrada en el uso de la magia. Aunque quisiera conjurar un hechizo, su falta de confianza en sí misma la traicionaría y no lo lograría ejecutar. Quería llorar, por su culpa ahora Jack iba a morir, y no podía hacer nada.

- Reza lo que sepas- dijo Lectro a punto de darle el golpe de gracia a Jack.
El mago cerró los ojos, esperando su muerte. Justo en el momento en que Lectro iba a atacar, una repentina y enorme estrella ninja envuelta en llamas le rajó el brazo. Mientras el hombre de negro gritaba de dolor, la nueva arma volvió como un boomerang de dónde había venido.
Marina y Alejandro se sorprendieron y mostraron una sonrisa de alivio al ver que la que había lanzado aquella arma voladora fue Cristal. Gracias a ella, Jack aún seguía con vida:
- ¡¡Cris…!!- dijo Marina, que corrigió rápidamente- ¡¡Filipondia!!
- ¡¡Que no me llames por mi nombre, joder!!- replicó la chica con coletas, furiosa- ¿¡Cómo tengo que decirlo para que lo entendáis!?
Junto a ella estaban Eduardo y Erika; en guardia y con sus armas: la llave espada y la vara mágica, y también Rex y Oliver. Lectro se mostró frustrado ante la nueva visita aliada inesperada, pero enseguida sonrió maléficamente diciendo:
- Genial…más víctimas para la colección…
- ¡¡Oye, tú!!- se dirigió Cristal al enemigo- ¡¡Aquí la única que puede zurrar a ese mago soy yo!!- dijo señalando a Jack- ¡¡le voy a hacer pagar lo que me ha hecho te guste o no!! ¿¡Entendido!?

Jack sonrió y rió por lo bajo. El grupo de playa corrió a reunirse con los dos magos, y se pusieron al frente del combate. Marina sonrió aliviada al ver que llegaban los refuerzos, y supo que aún la esperanza pervivía. Volvió la vista al hombre de negro que tenían delante, y terminó de levantarse con la ayuda de sus amigos.

La verdadera batalla estaba a punto de comenzar.

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